Terminar una relación está considerada una de las situaciones más traumáticas por las que podemos pasar, por eso es tan difícil tomar la decisión. Romper una relación implica enfrentarse no solo a la pérdida de un vínculo afectivo, sino también a una serie de miedos y creencias que nos paralizan. La incertidumbre, el dolor anticipado y las dudas sobre si es lo correcto hacen que muchas personas prolonguen vínculos que ya no les aportan bienestar.
Muchas y variadas pueden ser las causas que nos hacen dudar:
- el temor a la soledad
 
- la dependencia económica o el temor a perder bienestar material
 
- temor a perder el status social
 
- el sentimiento de haber fracasado en nuestra fantasía de familia ideal
 
- la decepción del “Amor verdadero”
 
- la dependencia emocional
 
- el miedo al cambio
 
Estas son razones por las que a menudo hay personas que son capaces de mantener relaciones con parejas que no les aportan nada, o que incluso pueden serles tóxicas.
 

El temor a la soledad al romper una relación
El temor a la soledad al romper una relación es un miedo que se puede superar. En ocasiones está asociado a dependencia emocional.
Cuando tenemos miedo solemos evitar la situación que nos agobia. Sin embargo, sólo se supera el miedo cuando logramos pasar a través de él.
Es bueno aprender a estar solo para poder elegir cuando queremos la soledad o preferimos tener compañía.
La persona que depende emocionalmente de otra suele vivir en un estado de continua desazón. Cualquier dependencia te hace esclavo  y depender de otro resulta además, humillante. En efecto, la persona dependiente puede llegar a convertirse en un felpudo que el otro puede utilizar cuando y como quiere, la única condición es: NO ME DEJES.
Miedo al cambio al romper una relación
El miedo al cambioal romper una relación suele ir unido al temor a perder estatus social y el bienestar económico. De nuevo hablamos de miedo a salir de nuestra zona de confort, de exponernos. Para  salir de ese miedo necesitamos hallar nuestros recursos; en ocasiones puede parecernos que carecemos de ellos, que nos será imposible lograr salir adelante, pero si no lo intentamos, nunca lo sabremos:
El pájaro no confía en que la rama no se romperá, confía en sus propias alas para salvarse, si la rama se rompe.
El “Amor Verdadero” o el autoengaño más sublime:
conlleva ilusión y desilusión y pasa de una a otra de una forma extrema: una montaña rusa de emociones.
Este amor suele ser positivo cuando es capaz de ser flexible, capaz de adaptarse a las diversas situaciones por las que puede pasar la pareja. El problema llega cuando se vuelve rígido; cuando la persona tiene una idea preconcebida de cómo debe ser la relación y no es capaz de adaptarse a los cambios que exige la realidad.
La pareja ideal
Algunas personas buscan incesantemente a su pareja ideal; creen que existe su “media naranja” en alguna parte del mundo y lo creen únicamente porque lo han imaginado hasta generar la creencia de que esa persona existe y la divinizan otorgándole características especiales.
Estas personas lo único que logran es frustrarse y decepcionarse, ya que buscarán en sus parejas las características “divinas” y “únicas” que –naturalmente- no aparecerán, puesto que serán personas normales con sus características humanas imperfectas. De ahí que la persona que busca su Amor Verdadero, tenga dificultades para mantener una relación ya que su exigencia nunca estará satisfecha.
Cada ruptura es diferente porque las situaciones varían en función de cada persona.
La sociedad cambia y actualmente no estamos dispuestos a conformarnos con una vida que no nos satisface. Es más fácil separarse ya que está normalizado a nivel social, pero afectivamente se sigue viviendo como una situación traumática.
A menudo el problema está en la comunicación.
Cada vez normalizamos más el estar juntos pero sin hablarnos, o evitamos entrar en temas que pueden ser conflictivos. La falta de calidad de comunicación genera interpretaciones equivocadas: malos entendidos, rabia contenida, deseos inconfesados…..
Puede ser que nos encontremos ante un problema de pareja sin resolver desde hace tiempo y que se ha ido degradando hasta que llegamos al convencimiento de que lo mejor es la ruptura.
Escribir sobre lo que sentimos en estas situaciones nos ayuda a cambiar nuestro punto de vista y es muy posible entonces descubrir otras soluciones menos traumáticas.
 

Idealización de la rutina y miedo al vacío emocional
En muchas ocasiones, el verdadero obstáculo no es terminar una relación, sino enfrentar el vacío que deja su ausencia. A menudo, lo que más cuesta dejar atrás no es a la persona, sino la rutina que se ha construido en torno a ella: los horarios compartidos, las pequeñas costumbres, los lugares habituales.
Esta estructura da seguridad, incluso cuando la relación ya no aporta bienestar. Se idealiza la rutina porque es familiar, y abandonar esa zona conocida genera vértigo. Por eso, terminar una relación puede provocar una sensación de pérdida de identidad o de rumbo.
Además, el miedo a quedarse solo va acompañado del temor a no saber llenar ese vacío emocional. Sin embargo, este miedo se disuelve cuando la persona empieza a reconectar consigo misma y a construir una vida que no dependa exclusivamente del vínculo afectivo.
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