Pip es una tortuga muy lista y divertida. Le encanta correr, saltar y siempre estaría jugando con sus amigas tortugas.

Lo que menos le gusta es ir a la escuela. Le gusta el patio, porque puede salir a jugar, pero no le gusta estar mucho rato sentada, quieta y escuchar atentamente en la clase.

Muchas veces se aburre ; entonces piensa en historias que se le van ocurriendo y que son mucho más divertidas. Como hay muchas ideas que le pasan por su cabeza, necesita comentarlas con sus amigos y entonces recibe la regañina de la maestra porque habla en clase, o se levanta, o interrumpe la clase y no deja atender a sus compañeras.

Muchas veces termina castigada, y ella no entiende porqué: “¿He hecho algo malo?” se pregunta. 

Pip no comprende muchas cosas de las que le pasan, porque ella es buena, no quiere molestar a nadie, quiere amigos y desea agradar a todo el mundo! Pero le llueven las regañinas en la escuela y en casa. No sabe cómo lo hace, pero siempre le pasan cosas desagradables que le hacen creer que es mala y tonta.

También tiene problemas con los amigos. Ayer empujó a su amigo Mec que fue a parar al suelo y se enfadó mucho con Pip, pero tenía razón de empujarlo!: Quería llegar antes que él a recoger la pelota que se había escapado de su zona de patio! 

Otros amigos también se enfadaban con Pip en ocasiones, porque simplemente les decía lo que opinaba de ellos. 

Unos cuantos no le seguían porque se habían encontrado con problemas cuando lo acompañaban en sus ideas fantásticas.

 

Después de una de estas, Pip estaba caminando hacia su casa muy pensativa. Se sentía triste y un poco sin saber qué hacer con estos problemas. Se dirigía a una zona del campo que le gustaba mucho para pensar, cuando vio acercarse una vieja tortuga. Iba muy lenta y parecía muy pesada con su gran caparazón. Se le acercó y pudo ver una vieja cara de tortuga arrugada que lo miraba atentamente. Era la tortuga más sabia de todas las tortugas que vivían por ahí. Famosa por sus sabios consejos, todas las demás tortugas la escuchaban y le hacían caso porque había resuelto infinidad de problemas.

Pip se quedó quieto delante de ella y se dio cuenta de que iba a hablarle.

“Hola, parece que no estás muy contenta hoy, pequeña tortuga: ¿qué te preocupa?”.

Pip estaba asombrada porque ¿Cómo sabía la vieja tortuga que él tenía un problema? Él no había hablado todavía…

De todas maneras explicó sus tristes pensamientos a la sabia tortuga, y ella le aconsejó lo siguiente:

“La solución a tu problema está en ti. Tienes un escondite perfecto para cuando sientas rabia o te enfades: tu caparazón. Cuando notes que te enfadas, te escondes en tu caparazón, ese es tu refugio, allá estás protegido, nadie te va a hacer daño. En este escondite tan bueno, te paras a pensar y respiras varias veces, hasta que notes que te has calmado. Entonces piensas en el problema y buscas una solución. Cuando tengas la solución, podrás salir del caparazón, y aplicarla”. 

Ensayó varias veces esta estrategia con la ayuda de la sabia tortuga. Cuando ya supo que sabía hacerlo, se despidió muy contenta de su nueva amiga, deseando probar enseguida la estrategia.

Al día siguiente tuvo la ocasión en la escuela. Como ya tenía la fama de que se enfadaba, los demás niños iban a chincharlo. Esta vez, tuvieron una sorpresa: Pip respondió a la provocación metiéndose en su caparazón enseguida; se paró a respirar varias veces, y comenzó a pensar en cómo resolvería la situación. Cuando lo supo, salió del caparazón de otra manera: Estaba tranquilo!, Qué sensación tan buena!

Pip les dijo a sus compañeros que no iba a permitir que le chinchasen, pero que si querían jugar con él, tenía un montón de ideas divertidas que estaba dispuesto a compartir con ellos.

Así fue como nuestra tortuga protagonista aprendió a controlar sus emociones: su caparazón fue un escudo protector que le ayudó a tener amigos que le respetasen.

 

Esperamos que este artículo te haya ayudado.

Puedes seguirnos también en Youtube.

Si quieres contactar con nosotros pulsa aquí