Cómo dejar de sobrepensar
Todos hemos estado allí: esa situación en la que no podemos dejar de darle vueltas a algo. La reacción cuando nos preocupa algo es pensar. Pensar para resolver. Eso funciona…
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Muchas personas vienen a consulta manifestando un problema de falta de deseo sexual; aun así, detrás de este sentimiento, en ocasiones, existe la creencia errónea de que hay un solo tipo de deseo válido. Para empezar a desmontar esta idea, primero voy a daros una de las definiciones que nos da el diccionario de la RAE sobre el “deseo”:
DESEO: acepción 4. m. Impulso, excitación venérea. Sinónimos: libido, sexualidad, celo.
Estas palabras me hacen pensar en el deseo como una emoción muy intensa que te atraviesa de abajo a arriba, secuestrándote; para, casi de forma irrefrenable, lanzarte sobre tu objeto de deseo. ¿Y no os suena esto un poco a película de Hollywood? A ver, qué yo sé lo que es sentir eso, alguna que otra vez me ha ocurrido, pero, ¿es esto lo que tendrías que sentir siempre para poder considerarte una persona deseante y disfrutar de una sexualidad en condiciones?
Déjame aclarar esto. Este tipo de deseo tan espontáneo es el que acostumbramos a ver en las películas; pero en la vida real, se suele limitar a los encuentros esporádicos o al principio de una relación: cuando todo es novedad, todo es un gran SÍ hecho de fuegos artificiales; vamos, que te rasgas las vestiduras cada vez que ves a esa persona, pero para quitártelas. Luego, con el tiempo, te las rasgas por que el otro te saca de quicio, y punto; y ese deseo tan animal, probablemente está muerto de risa en la cama del hotel en el que pasasteis las vacaciones de hace no sé cuántos veranos. Voy a continuar con un ejemplo, imagínate que tu pareja se acerca a decirte al oído cuatro palabras que antaño te excitaban y despertaban a esa mujer deseante que llevas dentro; pero, con el tiempo, a base de repetirlas como si fueran un mantra, han perdido todo su efecto. El deseo entendido como algo más animal brilla por su ausencia, así que si creo que debería sentirme como animal en celo para seguir teniendo intimidad con mi pareja, probablemente, la cosa se acabe aquí, sienta que nos quiero nada más, mi cuerpo se cierre y sanseacabó, a mirar Netflix.
Si creemos que el deseo tendría que ser siempre libidinoso, espontáneo y animal, probablemente estamos condenados a autodiagnosticarnos con un problema de falta de deseo. Así que necesitamos una definición más realista del “deseo” que nos salve de esta trampa, y también nos la da el mismo diccionario:
DESEO: acepción 1. m. Movimiento afectivo hacia algo que se apetece. Sinónimos: apetencia, aspiración, afán, anhelo, pretensión, capricho, interés.
Vamos a ver, retomando el ejemplo, en que se traduciría esta otra definición: ¿qué te parece si aprovechas ese momento de acercamiento de tu pareja para pedirle algo diferente? Sólo si te apetece.
Haz una mini pausa en tí – sin que se note o pidiéndole un minuto a tu pareja -, toma una respiración profunda, conéctate con tu cuerpo para saber si, quizás no te apetece más dirty talk, pero si que te apetecería más otra cosa: Oye, tengo los pies destrozados, ¿podrías darme un masajito?
La sensualidad y el placer del momento del masaje, pueden despertar también el deseo, pero otro tipo de deseo menos animal. Estoy hablando del “deseo en respuesta”, en respuesta al placer que me está provocando ese masaje y que podría, o no – Netflix sigue ahí – , llevarme a desear prácticas más eróticas y/o sexuales. Para el comer y el rascar, como dice el refrán, solo hay que empezar. El deseo en respuesta, de hecho, aunque se haya hecho menos famoso, es el más común para todos los mortales y situaciones, pero hay que hacer algo paradójico para que aparezca: abandonarse al placer y no esperarlo ansiosamente; y por último, pero no menos importante, darle todo el permiso para entrar cuando llegue. Me gustaría concluir con la siguiente metáfora: no es necesario que tengamos que estar salivando antes de probar el plato de comida (deseo más libidinoso); a veces, probar un pedacito, si eso nos apetece, nos puede despertar el apetito (deseo en respuesta) y quizás, hasta nos acabemos comiendo todo el plato. Para ello será necesario que sepas lo que te apetece y te provoca placer, y ser capaz de comunicárselo a tu pareja. ¡Buen provecho!
Montse Mazón
Si necesitas acompañamiento en este sentido, nuestra sexóloga del equipo, Montse Mazón, te brindará las herramientas y recursos para conocer mejor cómo funciona tu sexualidad y herramientas para comunicarte mejor con tu pareja en la intimidad.
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