Sugestivamente, la terapeuta estratégica pide a la persona que sufre a causa de unas limitaciones que no le permiten hacer todo lo que desearía:

 

-EVITA EVITAR PERO, A LA VEZ, EVITA PONERTE A PRUEBA- 

 

¿Qué le está pidiendo que haga?

¡Afronta!, pero no te pases enfrentándote a tus miedos.

 

Esa segunda parte, “no te pases”, es la más importante, porque en un acto de imprudencia, la persona tira de esa aparente “valentía” y se puede enfrentar, con mucha dificultad y todavía sin armas, a aquello que tanto tiempo ha evitado.

 

Pongamos el ejemplo de alguien que le atemoriza hablar en público, y, en un acto de valentía accede a presentar una conferencia frente a una numerosa audiencia y frente a uno de los públicos más exigentes. La persona lo hace sintiéndose muy apurada y, fisiológicamente, alterada. 

El mal rato que ha pasado, aunque haya sido capaz de superar ese momento, no le permite quedarse satisfecha; por el contrario, relaciona esa experiencia de afrontaniento con un malestar tan intenso que muy probablemente, provoque que no quiera volver a exponerse en el futuro. 

 

Esa “terapia de choque” como vemos, puede provocar que todavía le resulte más complicado enfrentarse de nuevo, y que vuelva a utilizar un mecanismo de defensa muy usual: EVITAR.

 

Cuando algo nos atemoriza, ya sea porque pensamos que no estaremos a la altura, o porque nos hará sufrir o, creemos que puede ser peligroso, puede que evitar nos parezca la solución más adecuada. 

 

De hecho, nada más evitar, me siento relajado y fuera de peligro. Pero al cabo de unas horas o unos días, empiezo a pensar que no fui capaz. No pude. Y eso me debilita.

 

Pensemos en evitar cualquier cosa que hacemos con más o menos destreza en nuestro día a día, pongamos el ejemplo del coche:

Durante la pandemia muchísimas personas pasaron meses sin conducir. Algunas personas, incluso aquellas que conducían asiduamente desarrollaron una amaxofobia o miedo a conducir, que no habían tenido jamás.

 

Es cierto que algunas fobias pueden tener una base traumática pero, por lo general, lo que más vemos en la consulta es que: la estrategia de evitar para protegerse del miedo inevitable, y el repetir esa evitación durante un tiempo determinado, es lo que construye la fobia como tal. 

 

Cualquiera de nosotros podría construir una fobia: los padres evitan reñir o discutir con los hijos por temor a ser rechazados o criticados y juzgados negativamente, o sea quedar desprestigiados bajo el punto de vista de los hijos. En la relación de pareja,¿Cuán a menudo evitamos discutir con la pareja, sobre todo cuando sentimos inseguridad en la relación, por miedo a que nos dejen?

En las relaciones sociales, podemos evitar el conflicto también por temor a ser juzgados negativamente, o rechazados.

 

Enfrentarse al miedo debe hacerse en primera persona: solo, y trazando un plan en el que se adquieran las herramientas para enfrentarse al miedo sin ser un kamikaze. Tampoco continuar haciendo más de lo mismo: evitar

 

Tal como se lee en una antigua tablilla sumeria, “el miedo mirado de frente se transforma en valor, el miedo evitado se transforma en pánico”.

 

Esperamos que este artículo te haya ayudado.

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*Imagen de Marina Stroganova en Pixabay 

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