A menudo se considera que detrás de un niño o un adolescente problemático existe una carencia afectiva, sin embargo es en las familias hiperprotectoras donde encontramos mayores dificultades relacionales. 

Los padres sobreprotectores suelen interaccionar de la siguiente forma:

Tienden a sustituir a los hijos haciéndoles la vida más fácil; suelen intervenir inmediatamente ante cualquier dificultad del hijo; con el fin de anticiparse a los posibles problemas de los hijos, suelen controlar sus vidas de forma sistemática; son padres preocupados siempre por la salud física, el éxito escolar, la alimentación…todo lo que se refiera a sus hijos.

Cuando el hijo tiene actitudes inconvenientes, estos padres suelen reaccionar reprochando, sin actuar con firmeza o de forma resolutiva.

En este escenario las normas suelen ser cambiantes y muy flexibles, y los hijos son complacidos rápidamente por miedo a que sufran o se enfaden.

 Detrás de todas estas acciones hay un mensaje que los padres quieren enviar: “ Te quiero y te protejo”, sin embargo, sin ser conscientes, hay otro mensaje que les llega de forma mucho más potente y dice:  “Lo hago por ti, porque tu no vas a saber hacerlo”.

Debido a esto, los mensajes educativos a los hijos en este modelo de familia suelen ser:

Puedo evitar afrontar consecuencias punibles; mis padres solucionan todo, yo tengo los derechos y puedo evitar responsabilidades. Tengo derecho a que me regalen y me premien…

Como consecuencia encontramos:

Hijos dependientes de los padres, con bajo nivel de tolerancia a la frustración y poca o nula responsabilidad. A menudo estos niños tendrán dificultades para relacionarse con sus iguales y pueden tener dificultades asimismo para adaptarse en diferentes entornos.

Entonces, la hiperprotección es una sencilla manera de construir personas inseguras, miedosas y agresivas, ¿verdad?

Si te reconoces en la descripción y temes que eso suceda, aprovecha ese miedo para boicotear paso a paso esta manera de hacer y puedes utilizar la siguiente estrategia: encuentra una pequeña dificultad diaria que tus hijos deberán resolver y así les ayudarás a que se conviertan en adultos capaces y seguros.

 

“Nosotros, la madre y el padre, le damos todo a nuestros hijos, sacrificándolo todo por ellos, incluyendo nuestra propia felicidad». Este es el peor regalo que los padres pueden hacer al niño.

Anton Makarenko

 

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*Foto de Brian Gordillo en Unsplash

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