¿Quién no ha sentido envidia alguna vez? Aristóteles dijo “ La envidia es el dolor que causa la prosperidad de los otros”.

Efectivamente, si accedemos a la definición de Envidia vemos que encaja perfectamente con lo que afirmaba el filósofo griego. Lo que no le agrada al envidioso es la felicidad que le produce, el tener o lograr algo, en otra persona.

La envidia es lo que desencadena el resentimiento, es decir lo que hace que una persona busque que la persona envidiada quede perjudicada y deje de sentirse feliz por lo logrado.

Otra variante de la envidia es la del deseo de poseer algo que otro posee. En este caso, lo envidiado sería un objeto material o intelectual. La consecuencia de ese sentimiento de desagrado por carecer de algo que otro tiene, podría tener como consecuencia el deseo de privar de ese algo a la persona “privilegiada”.

La envidia es un sentimiento que produce una fuerte amargura y gran desazón en la persona que la padece. Es un sentir difícil de gestionar, mal visto socialmente aunque -paradójicamente- muy común en la sociedad.

Sin embargo, si tenemos en cuenta que todo lo que hacemos y sentimos va dirigido a sacar un beneficio para nosotros mismos, la envidia tiene también su parte positiva.

Efectivamente, la envidia puede transformarse en un sentimiento positivo cuando nos motiva a mejorar: mejorar en nuestra evolución. Compararnos con nuestros pares nos ayuda a reflejarnos en lo que admiramos; de esta manera – a través de la imitación- podemos lograr cambios en nuestra manera de actuar, vestir, educar.., que serán de gran ayuda para evolucionar y potenciar nuestro desarrollo.

Cuántas veces hemos sentido en el trabajo esa punzada de desconfianza en nosotros mismos y -a la vez- de envidia hacia una persona que ha tenido una intervención brillante!, y pensamos: ¿porqué no hemos sido capaces nosotros de hacer o decir eso mismo, con la experiencia y la preparación que tenemos?

O como padres, ver cómo los hijos de nuestros amigos pueden acceder a actividades que nosotros no podemos ofrecerles, o que – simplemente- no se nos había ocurrido emprender?

A nivel personal, ¿Porqué una persona destaca de esa manera tan encantadora, tiene ese “ángel”, mientras que nosotros somos “grises y transparentes”?

La comparación social es el referente más básico que los seres humanos utilizamos para auto-afirmarnos y adquirir seguridad en nosotros mismos.

De niños ya nos comparamos con los compañeros, hermanos y parientes de nuestra edad.  Actualmente las “influencers” y los “youtubers” son el referente de miles de adolescentes!

Si sentimos que los demás son mejores que nosotros, se desencadena un proceso emocional a través de la tristeza y la rabia que puede desembocar en celos y/o envidia del otro. La capacidad de canalizar ese sentimiento negativo y transformarlo en algo que nos sea rentable y nos ayude a evolucionar y lograr lo que para nosotros se acerca al ideal, se adquiere a través de la ayuda de los adultos que intervienen en nuestra educación (padres, maestros) en un primer lugar, y más tarde, a través de nuestra propia experiencia y decisiones.

Sin embargo, no siempre resulta fácil encontrar la clave para superar la envidia.

Si quieres convertir tu envidia en algo productivo escucha estas tres ideas:

 

Primero, identifica qué es aquello concreto que te provoca envidia. A menudo, ocurre que quisiéramos admirar a la persona que envidiamos, pero no lo conseguimos y en cambio, entramos en contradicción, envidiamos pero a la vez sentimos un profundo rechazo, eso es porque puede que no compartamos algunos de los valores y creencias de la persona, y sin embargo, lo que envidiamos es algo muy concreto que esa persona ha logrado, o posee.

Aislar aquello que deseamos, nos ayudará a poder valorar e identificarnos con esa característica específica sin ser incoherentes. No envidiamos a la persona, solo algo que hace o tiene.

En segundo lugar, decide si es realmente algo que tu deseas en tu vida o solo es algo que te interesa para recibir la admiración  de los demás. Y finalmente, valora lo que te costará conseguirlo, y piensa a qué ha tenido que renunciar la persona que envidias. A menudo no tenemos en cuenta que solamente estamos observando el resultado, pero sobre cualquier decisión que tomamos en nuestras vidas, siempre estaremos renunciando a algo, por pequeño que sea; ¿Te compensa ese esfuerzo?

Si tu respuesta es Sí, ¡felicidades!: ya tienes un objetivo claro que perseguir.

Si tu respuesta es No, ¡felicidades también!: te estarás enfocando en cosas de tu vida que tienen más valor, y además estarás aprendiendo  a valorar y admirar sin necesidad de poseer.

 

Aldous Huxley decía: La realidad no es aquello que nos sucede, sino lo que hacemos con aquello que nos sucede.

Puedes elegir: que la envidia te controle y sea un problema en tu vida y tus relaciones, o gestionarla y convertir la rabia y malestar de la envidia en una fuente de crecimiento para ti.

 

Adelante. Atrévete a cambiar aquello que no te funciona!

 

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