ENTRAMPARSE
Definición: Meterse en una trampa o atolladero.
“El hombre elige y construye su vida mientras la vive. Construye su propia historia. Es el novelista de sí mismo”.
Eso afirma Ortega y Gasset.
Igual que un novelista, nosotros construimos nuestras vidas mediante las decisiones y elecciones que tomamos. Como dice una expresión que se ha ido popularizando: la situación es la que es, somos nosotros los que, a través de nuestras reacciones, las transformamos en mejores, o peores.
Cuando miramos hacia atrás y analizamos cómo hemos gestionado ciertos episodios importantes de nuestra vida, seguramente nos damos cuenta de los errores cometidos, o de que la manera de abordarlos ahora sería diferente. Tenemos numerosos recursos para gestionar o resolver situaciones más o menos claves durante nuestra existencia. Son recursos funcionales que nos ayudan, pero que se pueden volver en nuestra contra, si los exacerbamos.
Si ayudo a un ser querido en un momento puntual es funcional porque me tranquiliza y el otro se siente mejor, pero si exagero mi ayuda estando encima de esta persona de forma insistente, generaré rechazo por su parte y peligrará la relación. Es decir, una intervención que es en un principio funcional y positiva, se vuelve disfuncional y negativa.
Un recurso que utilizamos a menudo es el autoengaño. Este resulta muy útil para justificar actuaciones; sin embargo, podemos quedar atrapados dentro del mismo autoengaño, siendo víctimas de nuestra propia trampa.
El autoengaño más famoso y generalizado es el enamoramiento: Por amor hacemos cosas increíbles! Y siempre encontramos una explicación que adaptamos y ajustamos en cada caso: “Mi pareja me adora porque siempre está pendiente de mí. Opina sobre como me arreglo para que vaya como a él más le gusta. Se pone celoso cuando algún amigo me dice algo agradable, porque dice que soy suya. Me adora, y me quiere tanto, que me gusta pensar que le pertenezco!” Luisa necesita pensar que tiene una pareja que la quiere y transforma una realidad de sumisión y aceptación en una novela romántica.
Se está hablando mucho ahora de la salud mental. Los profesionales de este campo estamos comprobando que se ha visto muy perjudicada por la pandemia que vivimos desde hace un año y algo más.
Efectivamente, diversos trastornos psicológicos se muestran con perfiles más intensos.
Para poder adaptarnos a esta situación de crisis tan importante, hemos necesitado acudir a nuestros recursos personales, y estamos comprobando actualmente que muchas personas están prisioneras de situaciones que han provocado ellas mismas para salvarse de la inquietud y el malestar.
Para llenar el vacío social que hemos estado padeciendo por el confinamiento, hay personas que han necesitado llenarse con la comida o comer de forma compulsiva, o se han obsesionado queriéndo controlar la comida, y se han llegado a provocar trastornos alimentarios.
La necesidad de higienizarlo todo y el lavado seguido de manos obligatorios para preservarnos del contagio, se han llevado al extremo para compensar el miedo a contagiarnos, y han aumentado los casos de compulsiones y manías con la limpieza.
Una de las reacciones a la pandemia es la de replantearse la propia vulnerabilidad ante la enfermedad. Ante la duda a estar enfermo, el recurso es el de acudir al especialista para que nos asegure que nuestra salud es correcta. También acudimos a Dr. Google y consultamos los síntomas que sentimos cuando escuchamos a nuestro cuerpo. Estos recursos que pueden tranquilizarnos, cuando los repetimos, podemos transformarlos en un hábito, y de ahí pasamos a quedarnos también encerrados en la trampa: siento unos síntomas, tengo dudas, consulto, me quedo tranquilo un tiempo, pero vuelvo a dudar más adelante. Así comienza una entrada en bucle, de la que puede ser difícil salir.
Hemos encontrado en la tecnología una ayuda importante para compensar la necesidad de socializarnos; también para la satisfacción sexual. El mundo virtual es goloso sobretodo en este último caso. Se ha comprobado que el cibersexo ha aumentado de una forma importante. El sexo que algunos encontraban a pocos kilómetros de casa ha disminuido, bien sea por motivos de autocuidado a propósito de la pandemia o porque las condiciones de movilidad no lo han permitido, por lo que el cibersexo cada día se convierte en una de las opciones con mayor preferencia.
Como vemos en estos ejemplos, recursos que usamos para sentirnos mejor pueden volverse en nuestra contra, transformándose en una trampa de la que va a costar salir cuando los repetimos exageradamente.
Vivimos en una sociedad hedonista que se ha visto obligada a reprimir sus placeres y libertades. Hemos sido capaces de responder bien una primera vez, pero nos hemos sentido desbordados en las siguientes olas y, por primera vez para mucha gente, hemos sentido que hay algo que nos puede vencer, nos hemos sentido muy vulnerables. Puede ser que esta vez no hayamos sido capaces de calibrar nuestros recursos, y nos hayamos quedado entrampados. Sin embargo la solución sigue estando en nosotros mismos: el mirar hacia afuera en lugar de encerrarnos en nosotros mismos nos va a ayudar a salir del laberinto.
No todo depende de nosotros, pero para salir del laberinto, en la mayoría de situaciones hay alguna solución que no hemos contemplado, a veces nos puede costar identificar cuál es la trampa en la que hemos caído otras lo sabemos perfectamente pero no sabemos cómo salir de ella.
En Terapia Breve existen maniobras terapéuticas que nos ayudan a desbloquear estas trampas mentales que no nos dejan encontrar la solución a nuestros problemas, una de ellas, tiene que ver con comenzar a identificar aquello que no nos ayuda y tratar de evitar ponerlo en práctica.
En otros blogs te explicaremos detalladamente algunas de las maniobras específicas que utilizamos para desbloquear estas malditas trampas que construimos y que después padecemos quedando ENTRAMPADOS.
¿Identificas alguna trampa que te has construido y luego quedado atrapada/o?…
Te leemos
Esperamos que este artículo te haya ayudado.
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