¿Eres hipocondríaco o tienes miedo a padecer una enfermedad?
El DSM V, manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, elimina la palabra “Hipocondría” de su texto y habla de trastorno por ansiedad a la enfermedad, y de trastorno por síntomas somáticos. En este artículo hablaré de Hipocondría ya que es el término más popular, y también más corto.
La Hipocondría se “sufre”. Efectivamente, la persona que padece este trastorno vive un infierno y a menudo, a causa de su misma actitud ante lo que le sucede, puede llegar a ser poco comprendida e incluso evitada, por parte de la gente que le rodea.
Preocuparse por la salud es una cuestión normal, adaptada, e incluso conveniente. Si nos preocupamos de sentirnos bien cuando notamos algún síntoma o alguna sensación que pensamos puede perjudicarnos, seremos capaces de resolverlo.
Sin embargo nuestra mente a veces nos juega malas pasadas, sobretodo cuando una preocupación nos invade de forma persistente hasta impedir que tengamos escasos momentos de paz y tranquilidad.
Imagina que cada vez que sientes en tu cuerpo una ligera molestia, un pinchazo, una erupción, tu mente la asocia a una enfermedad degenerativa, grave o mortal: cáncer, esclerosis, cardiopatía… Entonces, después de darle muchas vueltas a esa idea que te invade y no puedes dejar de lado, acudes a Internet y buscas tu síntoma. Horror! Hay un montón de enfermedades que presentan ese síntoma!
¿Cual elegir? Si eres una persona profana en temas de salud, si no tienes suficientes conocimientos, ¿qué elegirás? , ¿Qué piensa que puede suceder una persona cuando está preocupada y desconoce el tema, lo mejor o lo peor?. Lo peor, ¿no es cierto? Pues eso precisamente es lo que hace nuestra persona hipocondríaca: elige la peor enfermedad, y se sugestiona. Hasta tal punto que escucha y revisa su cuerpo más intensamente y a menudo comienza a hablar de su miedo a quien le rodea; previene y evita situaciones en las que se pueda evidenciar su posible enfermedad, o en las que se pueda dar la posibilidad de contagio…
De esta forma entra en un círculo obsesivo de creencias y miedos del que le va a resultar difícil salir sin ayuda. Cuando nos escuchamos de forma un tanto obsesiva, seguramente encontramos algo que nos puede alarmar:
la imaginación sugestionada puede ser muy potente!
Las visitas al especialista médico para que éste le tranquilice son habituales. Puede pasar también que la persona hipocondríaca evite la consulta médica por temor a ver confirmadas sus sospechas. Cuando acude al médico para que le dé seguridad, al principio lo cree y se queda tranquila, pero después regresan las dudas: ¿y si no me ha querido decir la verdad?, ¿y si no me ha visto bien?¿y si se ha equivocado? El hipocondríaco va agrandando su miedo con cada duda, y cada paso que da en el intento de solucionar su temor, lo conduce a una situación peor: cada vez que evita, consulta internet y/o diferentes médicos, habla con la gente que le da su opinión, revisa y chequea su cuerpo de forma compulsiva o previene situaciones que considera de peligro, alimenta su problema.
El sufrimiento hipocondríaco no solamente afecta a la persona en su ámbito personal, sino que también interfiere en el entorno social.
Como en otras afectaciones relacionadas con las emociones y la mente, la persona siente la necesidad de hablar con otras personas de lo que le sucede, de su ansiedad ante el temor a la enfermedad y a la muerte. A pesar de que racionaliza lo que le pasa y comprende que sus reacciones son disfuncionales, de que siente cierto reparo ante lo que está viviendo, no puede evitar hablar y explicar su malestar.
Cuando la persona explica sus miedos a los demás, primero la escuchan e intentan ayudarla, pero a medida que pasa el tiempo, cuando la gente se da cuenta de que sus razonamientos no sirven para liberarla de su cárcel, poco a poco comenzarán a evitar hablar del tema, o de hacerle caso y eso puede llevar al hipocondríaco a una fase más paranoide, en la que piensa que le evitan o evitan el tema porque debe tener algo muy grave que no le quieren decir porque conocen de su funcionamiento fóbico y/o obsesivo.
Las maniobras del hipocondríaco para prevenir o evitar lo que teme pueden llegar a ser muy limitantes a nivel social, generando pues inseguridad y mayor malestar añadido.
En este caso vale la pena recordar que los miedos imaginarios pueden llegar a ser mucho más terroríficos que los reales, por ello:
El temor a la enfermedad transforma al hipocondríaco en un enfermo real ya que, sus respuestas al miedo lo llevan a una vida de baja calidad.
Por último comentar que estamos viviendo unas circunstancias extraordinarias con el COVID-19. Esta pandemia nos obliga a estar atentos y tomar una serie de precauciones para no contagiarnos ni contagiar a nadie. Una enfermedad que podemos transmitir estando asintomáticos es la peor pesadilla del hipocondríaco.
¿Cómo podemos llevar una situación como esta de la mejor manera posible?
Hay que pensar que es normal preocuparse, pero no lo es obsesionarse.
La mejor manera de tranquilizar a alguien que tiene miedo de algo, es la de conocer ese algo. Tememos sobretodo lo que no conocemos y, por lo tanto, no podemos controlar. Buscar información fiable y seria sobre la sintomatología de la enfermedad y sobre las precauciones que debemos tomar para evitarla, ayuda a calmar la inquietud. Sin embargo no es conveniente saturarnos de información y leer o escuchar todo el tiempo sobre el mismo tema: eso nos obsesiona y daña.
La mejor manera de ayudarse es escoger un espacio de tiempo cada día, que puede durar media hora y dedicarlo a pensar e informarse sobre el COVID-19. Fuera de ese tiempo, habrá que evitar cualquier búsqueda o inmersión en el tema.
Desde la Terapia breve estratégica se han desarrollado los protocolos más efectivos para este tipo de problema. Protocolos que ayudarán a ir afrontando y evitar todas aquellas acciones que hemos explicado y que complican y alimentan el problema para acompañar a la persona a lograr poner su atención en :
Llevar una vida sana, hacer ejercicio y ocupar el tiempo en cosas de interés.
La mejor respuesta frente al miedo a enfermar es mantener mi mente y mi cuerpo con un buen sistema inmunitario, y para ello es importante minimizar las obsesiones y el estrés derivado de estas, así como afrontar todo aquello que evitamos y controlamos para protegernos de enfermar.