¿Sabes que es el síndrome de la cabaña?

El confinamiento poco a poco está descendiendo y cada vez vamos viendo más cerca la posibilidad de cambiar de situación. Sin embargo justo ahora , a pesar de que deseo intensamente volver a la vida de antes, me siento más nervioso y asustado..me viene  incluso  el pensamiento: “ ahora que ya estaba tan a gustito..”

¿Es normal sentirse así?

Nos hemos acostumbrado forzosamente a una rutina; todo ha cambiado y ahora que nos hemos estabilizado en este entorno “raro”, otra vez tengo que adaptarme a más cambios; cambios  que además aparecen llenos de incertidumbre.

Hay una parte primitiva nuestra que tiene miedo al cambio. Como reacción al miedo  nuestro cerebro emocional se activa y pone en marcha el estado de alerta y la sensación de tener que protegernos de un ataque, tal y como sucede cuando vamos a un sitio que no conocemos. Pensemos en lo que nos sucede: ¿Estamos más vigilantes o más relajados? Estamos más atentos a lo que hacemos, por donde pasamos , si olvidamos algo, ¿o no? 

Los cambios nos afectan. Sean buenos o malos no somos indiferentes a los cambios. La rutina nos estabiliza emocionalmente, por eso han tenido tanta importancia las rutinas en el confinamiento.  Cambios a la hora de despertarse, rutinas diferentes en las comidas, en el sueño, y ahora un cambio más,  un cambio que no está estipulado de manera estructurada, un cambio que no es la vuelta a la normalidad pero sí el inicio de una nueva etapa, donde nos iremos adaptando a las medidas de seguridad por este virus que coexiste con nosotros.

Hay opiniones para todos los gustos cuando leemos o escuchamos a diferentes personas hablando sobre estas últimas once semanas y media. Evidentemente, depende de las situaciones de cada casa el confinamiento ha sido más fácil o más difícil. Las familias que ya tenían problemas, están sufriendo un empeoramiento de los mismos; los que viven solos, se han sentido mas solos; las personas con patologías mentales en cambio,  a menudo se han sentido mejor, puesto que han tenido a toda la sociedad, excepto a los imprescindibles, confinada y asustada (como ellos); la mayoría de los niños han estado felices, ya que han tenido la vida familiar que siempre habían deseado: los padres en casa con ellos todo el día, atendiendolos en sus deberes y juegos…

Pero también han sufrido más, los que sufren malos tratos, normalmente, niños y mujeres, ya que al estar más tiempo junto al maltratador/a, los problemas de abuso y/o maltrato, han aumentado.

La falta de contacto con las personas de siempre ha provocado que no se pudieran controlar mejor estos hechos . Y así podríamos ir enumerando situaciones mejores y peores. También hemos constatado que la naturaleza evoluciona mucho mejor que nosotros  cuando no estamos, y que la vida de estrés y de agobio y presión que llevamos normalmente, podría ser diferente si nos lo proponemos, y que seguramente, esta desazón que nos llena ahora, estas pocas ganas de reanudar la vida anterior, se debe a que no nos gusta cómo vivíamos antes de…

El ¿Síndrome de la cabaña? También hay opiniones diferentes de si el tal síndrome es real, o no.

El miedo al contagio, la adaptación paulatina que nos van concediendo a pequeñas dosis, siempre poniéndonos este miedo por delante (por otra parte razonable); la pérdida de puestos de trabajo temporal, que no está claro se vuelvan a recuperar; la amenaza del bajón de la economía que todos tememos;  las numerosas incertidumbres que todo eso conlleva unido al escenario teatral y alarmante que vemos en los discursos y peleas de nuestros gestores políticos (que son los que nos deberían dar seguridad); está claro que provocan ganas de encerrarse en un útero acogedor y no salir nunca más! Y eso es una consecuencia lógica, no diría que es un síndrome. El síndrome resulta cuando no somos capaces de adaptarnos ante situaciones normales y seguras. 

Darwin dice: La inteligencia está basada en lo eficientes que las especies se vuelven al hacer las cosas que necesitan para sobrevivir

La inteligencia de la que habla Darwin no sólo se refiere a la capacidad cognitiva que utilizamos a nivel práctico y funcional que nos ayuda a procurarnos habitación, alimento y atender a nuestros hijos, sino que es asimismo la capacidad de la RESILIENCIA, y esa es emocional.

Somos, y hemos sido históricamente, capaces de sobrevivir a cambios, plagas, guerras y desastres de todo tipo. Lo que nos ayuda a sobrevivir de una forma saludable y equilibrada, es en parte el cómo gestionamos nuestras emociones. Nuestro estrés ante cualquier cambio, cualquier salida de nuestra zona de confort (ahora del tan cacareado “síndrome de la cabaña”), se verá disminuido dependiendo de la manera de adaptarnos.

Si buscamos dentro de nosotros cómo hemos sido capaces de salir de otras situaciones complicadas, encuentra cuáles de nuestras cualidades, o defectos (a veces estos nos ayudan un montón!), nos han hecho un favor sacándonos de un lío, seguramente serán de gran ayuda también en estos momentos.

¿Con tus recursos eres capaz de sentirte fuerte y con un nivel de ansiedad menor de seis (en una escala de 0 a 10)?, esto quiere decir que no tienes el síndrome de la cabaña, en nuestra opinión.

Si a pesar de tus recursos, y sin sufrir problemas excesivamente estresantes en tu vida, tipo falta de trabajo, salud, pérdidas), no eres capaz de sentirte bien y tu nivel de ansiedad sube a más de seis, puede que sea el síndrome de la cabaña, o mejor dicho, un problema de adaptación.

Para muchos el denominado “síndrome de la cabaña”, no es más que las pocas ganas de volver a una vida injusta. Para que el adaptarse a esta nueva realidad no se convierta en un problema, darse cuenta de lo que necesito y estudiar cómo alcanzarlo, puede ayudar a plantear nuevos objetivos realistas.

Lo que es seguro es que si tienes dificultades para adaptarte a la nueva realidad, sea tratando de volver a lo que tenías o buscando nuevos y mejores caminos, y lo estás acusando con dificultades para conciliar el sueño, o dormir seguido, te cuesta salir de casa para cumplir las tareas que debes hacer y buscas excusas para quedarte, si sientes que deberías hacer determinadas cosas y no te ves capaz, seguramente es hora de buscar en tu caja de herramientas aquellos recursos personales que te han ayudado a salir de otros momentos complicados, pero si aun así el problema se mantiene, es conveniente pedir ayuda.

 

“El miedo evitado se convierte en pánico, sin embargo, el miedo afrontado se convierte en valor y coraje”

 

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